domingo, 30 de junio de 2013

Amamos o Queremos Regenerar Gamines???



Desde que somos pequeños nos enseñan a decir un “te quiero” o un “te amo”, en la mayoría de los casos sin recibir nada a cambio o tan solo recibir al menos que digan lo mismo; sin embargo, a quien la vida no le ha enseñado que tal vez decir una frase de cariño en vez de ayudar, ha hecho sufrir? porque son usadas por otras personas, mas no valoradas.
 
El error más grande es que decimos esas palabras o expresamos ese cariño sin razonar a quien se le está diciendo.  Quién nos dice un “te quiero” o un “te amo” cuando somos niños?, nuestra mamá o familiar más cercano, persona que en verdad lo dice no solo con su razón sino con su corazón, persona que lo dice porque en verdad lo siente.

Obvio, no es fácil poder distinguir que persona es la adecuada para entregarle ese cariño o esas palabras de amor, pero estas malas decisiones, a mi concepto, definitivamente viene desde muchos vacíos que tenemos en nuestra infancia y a los miedos sociales que existen de estar solo(a), de no tener una pareja o una persona que tenga el título de esposo(a) o en el más sencillo de los casos, de novio(a).

De los sucesos de la niñez que afectan, el primero podría ser el que ya mencione, se trata de que no nos enseñaron a decir un “te quiero” o un “te amo”, a personas que verdaderamente así lo merezcan, terminamos diciéndoselo a la primera persona que nos ofrece un poco de estabilidad emocional o de falso cariño.  En verdad lo que tenemos que hacer con nuestros niños, más que llenarlos de las cosas materiales, es hacerlos sentir amados, para que no amen al primero o primera que algo bonito les dice al oído y así de esta forma enseñarles la importancia del amor propio, porque cuando uno se valora, se respeta y se quiere, hace que los demás, también lo valoren, lo respeten y lo quieran, sin necesidad de comprar amor, tiempo o cariño, con las cosas materiales.
 
El segundo, lo programas de televisión que veíamos; cuando somos niños, se nos muestran películas de cenicientas que con un poco mayor esfuerzo al de llorar, dormir o cantar, encuentran un príncipe azul, de princesas que son rescatadas o que encuentran su felicidad solo cuando al lado tienen una persona; de príncipes azules en su caballo blanco, que siempre son apuestos y tienen todas las posibilidades para hacer felices a sus princesas sin un mayor esfuerzo; y que decir de los malos de esos cuentos, son personas de aspecto no muy agradable y que ha simple apariencia, se ven que no son buenas personas. 

Tal vez contradictorio a esto encontramos cuentos como el de la bella y la bestia, que el amor nacía puro, al ser una bestia y no un príncipe, sin embargo al final termina convirtiéndose por magia en un príncipe.

Después recordemos que un poco más grandes, de niños, la mayoría fuimos cuidados por una abuela o una señora, que nos enseñó a ver una y otra novela, esas románticas, donde la niña pobre lograba conseguir con su belleza o su buen actuar, que el niño rico se enamorara de ella, luchando contra viento y marea por que fuera aceptada esa relación, pero al final, terminaban felices porque el dinero lo podía todo.

Y el tercero, el ejemplo que veíamos de los antepasados, quién no ha soñado con tener una relación como la que tenían nuestros abuelos, que duraron muchos años juntos y siempre llenos de amor? sin embargo, esto era a costa de qué? Pensaría que ese puede ser otro tema para un nuevo artículo, por lo complejo del caso, así que lo dejaré solo a lo que cada uno de ustedes puede recordar o imaginar, qué tuvieron que sacrificar o dar a cambio nuestros abuelos para estar juntos por tanto tiempo.

Definitivamente, que futuro el que nos podríamos imaginar o formar, porque la realidad es otra, no existen los príncipes azules, no existe la magia que convierte a un “mala carado” (como dirían muchas mamás) en príncipes azules, ni mucho menos existen mujeres capaces de soportar todo por una familia, como lo hicieron algunas abuelas.

Ahora es increíble como el amor propio no existe, parece que el amor propio se convirtió en todas las cosas materiales por las cuales de alguna manera logró comprar el amor, nos hemos vuelto mucho más materialistas e interesados, capaces de estar al lado de una persona que no nos llena, solo por el hecho que nos brinda una estabilidad económica o nos da buenos detalles materiales.



El dinero se convirtió en el amor, pero más triste que esto, es que las personas, no se valoren y a pesar de que se dan cuenta que están siendo utilizadas como flotadores para llegar a un lado, sigan allí, humillándose por raticos de cariño, que de pronto por esa persona sean de amor, pero para la otra, son solo momentos para aprovechar, para no salir de una zona de confort que conocen y surfean muy bien.


A lo mejor será la forma para parecernos más a esas relaciones estables como las de nuestros abuelos, al fin y al cabo muchas abuelas no se casaron enamoradas sino interesadas por lo que se les brindaba, pero la diferencia, es que ellas continuaban ahí a pesar de todo, ahora no, ahora utilizo o aprovecho mientras me sirva, después de ello, simplemente, lo desecho.

Pareciera que son más las mujeres que los hombres, las que no se valoran y están luchando por amor, algo que es muy ilógico, porque el amor no debe lucharse, el amor debe llegar y aprovecharse por ambos, no solo por uno a costa del sufrimiento o del sacrificio del otro; pero primero, creo que es un tema más estadístico, porque aparentemente son más los hombres que las mujeres, y segundo; por ese instinto maternal, sí que se ven  mujeres que a pesar de lo mal que las tratan o de que se dan cuenta que las están usando, siguen ahí, queriendo “regenerar gamines” para convertirlo en un príncipe azul.

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