Desde
que somos pequeños nos enseñan a decir un “te quiero” o un “te amo”, en la
mayoría de los casos sin recibir nada a cambio o tan solo recibir al menos que digan
lo mismo; sin embargo, a quien la vida no le ha enseñado que tal vez decir una
frase de cariño en vez de ayudar, ha hecho sufrir? porque son usadas por otras
personas, mas no valoradas.
El
error más grande es que decimos esas palabras o expresamos ese cariño sin
razonar a quien se le está diciendo. Quién nos dice un “te quiero” o un “te amo”
cuando somos niños?, nuestra mamá o familiar más cercano, persona que en verdad
lo dice no solo con su razón sino con su corazón, persona que lo dice porque en
verdad lo siente.
Obvio,
no es fácil poder distinguir que persona es la adecuada para entregarle ese
cariño o esas palabras de amor, pero estas malas decisiones, a mi concepto, definitivamente
viene desde muchos vacíos que tenemos en nuestra infancia y a los miedos
sociales que existen de estar solo(a), de no tener una pareja o una persona que
tenga el título de esposo(a) o en el más sencillo de los casos, de novio(a).
De
los sucesos de la niñez que afectan, el primero podría ser el que ya mencione, se
trata de que no nos enseñaron a decir un “te quiero” o un “te amo”, a personas
que verdaderamente así lo merezcan, terminamos diciéndoselo a la primera
persona que nos ofrece un poco de estabilidad emocional o de falso cariño. En verdad lo que tenemos que hacer con
nuestros niños, más que llenarlos de las cosas materiales, es hacerlos sentir
amados, para que no amen al primero o primera que algo bonito les dice al oído y
así de esta forma enseñarles la importancia del amor propio, porque cuando uno
se valora, se respeta y se quiere, hace que los demás, también lo valoren, lo
respeten y lo quieran, sin necesidad de comprar amor, tiempo o cariño, con las
cosas materiales.
El
segundo, lo programas de televisión que veíamos; cuando somos niños, se nos
muestran películas de cenicientas que con un poco mayor esfuerzo al de llorar,
dormir o cantar, encuentran un príncipe azul, de princesas que son rescatadas o
que encuentran su felicidad solo cuando al lado tienen una persona; de príncipes
azules en su caballo blanco, que siempre son apuestos y tienen todas las
posibilidades para hacer felices a sus princesas sin un mayor esfuerzo; y que
decir de los malos de esos cuentos, son personas de aspecto no muy agradable y
que ha simple apariencia, se ven que no son buenas personas.
Tal
vez contradictorio a esto encontramos cuentos como el de la bella y la bestia,
que el amor nacía puro, al ser una bestia y no un príncipe, sin embargo al
final termina convirtiéndose por magia en un príncipe.
Después
recordemos que un poco más grandes, de niños, la mayoría fuimos cuidados por
una abuela o una señora, que nos enseñó a ver una y otra novela, esas
románticas, donde la niña pobre lograba conseguir con su belleza o su buen
actuar, que el niño rico se enamorara de ella, luchando contra viento y marea
por que fuera aceptada esa relación, pero al final, terminaban felices porque
el dinero lo podía todo.
Y
el tercero, el ejemplo que veíamos de los antepasados, quién no ha soñado con
tener una relación como la que tenían nuestros abuelos, que duraron muchos años
juntos y siempre llenos de amor? sin embargo, esto era a costa de qué? Pensaría
que ese puede ser otro tema para un nuevo artículo, por lo complejo del caso,
así que lo dejaré solo a lo que cada uno de ustedes puede recordar o imaginar,
qué tuvieron que sacrificar o dar a cambio nuestros abuelos para estar juntos
por tanto tiempo.
Definitivamente,
que futuro el que nos podríamos imaginar o formar, porque la realidad es otra,
no existen los príncipes azules, no existe la magia que convierte a un “mala carado”
(como dirían muchas mamás) en príncipes azules, ni mucho menos existen mujeres
capaces de soportar todo por una familia, como lo hicieron algunas abuelas.
Ahora
es increíble como el amor propio no existe, parece que el amor propio se convirtió
en todas las cosas materiales por las cuales de alguna manera logró comprar el
amor, nos hemos vuelto mucho más materialistas e interesados, capaces de estar
al lado de una persona que no nos llena, solo por el hecho que nos brinda una
estabilidad económica o nos da buenos detalles materiales.
El dinero se convirtió en el amor, pero más triste que esto, es que las personas, no se valoren y a pesar de que se dan cuenta que están siendo utilizadas como flotadores para llegar a un lado, sigan allí, humillándose por raticos de cariño, que de pronto por esa persona sean de amor, pero para la otra, son solo momentos para aprovechar, para no salir de una zona de confort que conocen y surfean muy bien.
A
lo mejor será la forma para parecernos más a esas relaciones estables como las
de nuestros abuelos, al fin y al cabo muchas abuelas no se casaron enamoradas
sino interesadas por lo que se les brindaba, pero la diferencia, es que ellas
continuaban ahí a pesar de todo, ahora no, ahora utilizo o aprovecho mientras
me sirva, después de ello, simplemente, lo desecho.
Pareciera
que son más las mujeres que los hombres, las que no se valoran y están luchando
por amor, algo que es muy ilógico, porque el amor no debe lucharse, el amor
debe llegar y aprovecharse por ambos, no solo por uno a costa del sufrimiento o
del sacrificio del otro; pero primero, creo que es un tema más estadístico,
porque aparentemente son más los hombres que las mujeres, y segundo; por ese
instinto maternal, sí que se ven mujeres
que a pesar de lo mal que las tratan o de que se dan cuenta que las están usando,
siguen ahí, queriendo “regenerar gamines” para convertirlo en un príncipe azul.